En la mentalidad del católico a principios del siglo XX también lejos de los embates desacralizadores del Concilio Vaticano II , Junio , traía cada año invariablemente a la memoria del pueblo cristiano el recuerdo del Sagrado Corazón de Jesús. Le está consagrado este bendito mes ; ésta es, pues, su devoción peculiar , ésta su espiritual cosecha.
La gran semana de Corpus ha sido su prólogo. No se cerrarán los Sagrarios , en todas partes abiertos esos días ; ni se quitarán del altar las luces y las flores ; ni menguará la concurrencia de fieles , como abejas solícitas en amoroso zumbido en torno de la colmena que guarda su miel. No; porque ha concluido la octava del Santísimo Sacramento, más es para dar lugar al fervoroso Mes del Sagrado Corazón.
¡ El Sagrado Corazón ! ¡ Oh que hermosa palabra y qué hermosísima idea para herirle en lo vivo al mundo actual !
Pues ¿ de qué está enfermo todo él sino de tristísima y angustiosísima enfermedad del corazón ?
Del corazón enfermo y corrompido le han venido todos los daños , y sólo por la curación del corazón se le deben todos remediar.
Mucho sabe el mundo actual , mucho ha investigado , mucho ha llegado a comprender. Inventos ha realizado en cincuenta años (o mejor dicho 119 años) , bastarían para enorgullecer a cincuenta siglos. Asombran sus progresos : lo que fué ayer pasmo de los nacidos , queda hoy oscurecido por la última invención, que relega la novedad del día antes a la categoría de rancia antigualla.
Mucho sabe el mundo actual , mucho puede. Y, sin embargo , compadecedle ... No es feliz.
Mil veces he pensado si Dios le permite de golpe tal lujo de portentosos descubrimientos , para ver si acaba de convencerse el muy vano de que con eso solo ; no se logra la felicidad. No la de la otra vida , claro está ; pero ni siquiera la miserable de la presente , que tan poca es.
Eso ve, eso palpa, eso le amarga con dolorosa experiencia , y sin embargo ... no le convence ... Se lo dicen elocuentes oradores , se lo explican famosos libros , se lo demuestran minuciosas estadísticas, se lo comprueban pavorosos sucesos... y sin embargo ...no le convencen.
Es que su mal no está en la cabeza ( creo que también por soberbia ¡ah , si el autor original de esta nota viviera!) , que yerra por extravío o por ignorancia. Su mal está en el corazón , que ama el error porque le halaga. (siglo XXI , al hombre moderno hay que quemarle el corazón, para quemarle la enorme inmundicia que lamentablemente gusta retener y ofender a Dios.)
Lo dicho : su mal está en el corazón. Importan, pues , remedios , más que para la cabeza , para el corazón.
A vileza de afectos , nobleza de afectos ; a groseros impulsos , elevados impulsos , a terrenos ideales , divinos ideales ; a feos amores de lodo, hermosos amores de cielo, á ciego afán por lo que pasa y muere , vivo anhelo por lo que no ha de pasar ni ha de morir.
He aquí todo un programa de contraria contrariis , que es preciso propinarle al enfermo cada día más lánguido , si de un modo ú otro se ha de salvar.
Es más sencilla fórmula : pues los corazones están sucios , limpiarlos ; pues andan flojos y rastreros , levantarlos ; pues se han miserablemente endurecido como el ídolo de metal á quien sirven, ennoblecerlos de nuevo y espiritualizarlos como el Dios vivo á quien siempre debieron servir.
El corazón del hombre fué criado para que con sus buenas obras se lo acabase de labrar éste a imagen y semejanza de su Dios. Así lo ha hecho Él, pero en sentido inverso.
Ha empezado por hacerse dios suyo la vil materia , y luego ha puesto todo su empeño en asemejarse á están grosera divinidad. Así que , en vez de engrandecerse, todo su prurito ha sido , podríamos decir , achicarse. ¡ Cuán pequeño y cuán raquítico ha logrado hacerse el hombre su propio corazón!
No es ya su corazón como el de Dios , á cuya divina semejanza estaba llamado, pero ni siquiera como de mero hombre , que por lo menos debía ser. Menos que hombre va resultando el hombre desde que , llamado á celestial perfección, ha desdeñado tomar por nivel de su talla moral la perfección del mismo Hijo de Dios.
Más he aquí que en los últimos tiempos el Divino Salvador , como postrer llamada á los corazones decadentes, empobrecidos , envilecidos, se ha dignado revelarles más al descubierto las sublimidades de su Divino Corazón. Como si le dijese Jesús al mundo : "Mira en ti lo que eres ; contempla en Mi lo que deberías ser. Averguencete el contraste , y séate medicina tu propia confusión "
¿ Salvará al mundo una generosa resolución suya en este sentido ?
No lo sabemos ; pero entre tanto muchas almas, innumerables almas , han vuelto de nuevo los ojos á este celestial modelo de corazones para emprender en los suyos esta obra regeneradora. La saludable reacción empezó dos siglos ha sostenido al nacer valeroso combate con la herejía, señal cierta de que el infierno veía con susto la nueva bandera. Venció, y hoy reina ya sin contradicción en la Iglesia de Dios, y es dado esperar que llegue á reinar un día en el mundo. Y que el popular estribillo de Junio :
¡Corazón Santo
Tu reinarás !
venga á resultar verdadero canto profético del pueblo de Israel , cautivo hoy en el Egipto revolucionario, y afanoso por llegar luego, muy luego, ¡ oh, si ! á su libre tierra de promisión.
¡Oh libertad del pueblo cristiano, sujeto hoy en todo el mundo á los hierros é ignominias de la servidumbre más odiosa! ¡ Tu serás la primera victoria del Corazón de Jesús !
Cosecha de Junio han de ser, pues, fervorosos cultos en todas partes al Sagrado Corazón. Constante oración, repetidas comuniones, continuos desagravios, mayor pureza de vida, celo incesante para promover obras católicas, he aquí la cosecha que aguarda de nosotros Cristo en este bendito mes para apresurar quizá la hora de sus inefables misericordias.
¡ Corazones, pues , corazones muchos y fervorosos al trono del Sagrado Corazón !
Fin de la primera parte
transcrito y agregado para El Tesoro de Janua Coeli
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