ADVENIAT
REGNUM TUUM - PARTE III
ENEMIGO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS:
EL LIBERALISMO
Reconózcase al fin. Se está cerrando, con las espantosas
convulsiones que vemos, el período revolucionario que principió en Europa hace
poco más de cien años, y que, a juzgar por su soberbia entrada en el mundo,
parecía tener asegurada en él la inmortalidad.
De etapa en etapa ha ido bajando la infernal locura del Liberalismo hasta sus últimas
consecuencias. Empezó negando orgullosa
los derechos sociales de Dios en nombre de los llamados derechos del hombre; y
acaba hoy rebelándose sencillamente contra los ricos, y haciendo cuestión de
céntimos su único programa social. Eso
prueba que anda en sus postrimerías.
En pos de eso ha de venir una reacción lógica,
natural, inevitable. Ciego es quien no
empieza a verla ya en el orden de las ideas, para imponerse después en el orden
de los hechos. El mundo se halló bien
hasta aquí con su grave enfermedad, hasta el punto de que no la creyó tal, sino
plenitud de vida, exuberancia de vigor y de juventud, desarrollo, progreso. Hoy empieza a sentirse dolorido, y a advertir
que están roídas sus entrañas por horrible cáncer, y que todas sus fastuosas
magnificencias no bastan a disimular la interior podredumbre. El espanto con que por todos se mira la
pavorosa cuestión social (ésta es la frase gráfica aceptada), nos la
prueba perfectamente. Ya no lo dice tan
sólo el Papa; ya no lo repite únicamente el clero; ya no lo ponderan
exclusivamente los periódicos ultramontanos.
Lo reconoce todo hombre pensador; la sociedad sufre crisis gravísima;
nadie se atreve a predecir lo que será de ella dentro de pocos años, cuando se
halle poco más o menos en su segunda mitad el siglo actual.
Buena señal es ésta, y que permite abrir algún
tanto el corazón a la esperanza. En
cualquier aguda enfermedad, ve el médico con satisfacción que empiece el
enfermo a sentir el molimiento general de su cuerpo, y a darse cuenta de su
propio malestar. Cuando tales síntomas
se inician, suele decirse que está iniciada favorablemente la resolución de la
crisis.
Sí, el Liberalismo
muere; y muere de muerte vil como merecía; muere podrido, y su putrefacción es
el Socialismo. Y así como al cadáver
putrefacto obliga a que se le dé pronta sepultura los hedores mismos con que
infesta y mata, así al Liberalismo
obligará a enterrársele, donde más no parezca, su propia descomposición, que es
la llamada cuestión social.
Paralelamente, empero, con esa idea caduca que
traspone ya nuestros horizontes, se ve levantarse de nuevo y cernerse
gloriosamente sobre ellos, la de la reintegración total de Cristo Nuestro Señor
en la plenitud de sus divinos derechos sobre la humana criatura, y éstos
significan hoy día en todas partes el lema y bandera del Sagrado Corazón.
Reintegración total hemos dicho, esto es,
radicalismo cristiano, así opuesto a las abiertas negaciones del radicalismo
revolucionario, como a las afirmaciones a medias del transaccionismo católico liberal:
reintegración absoluta, esto es sin subordinación a interés alguno de índole
terrena, sin otro objetivo que el reinado de Dios, y el mayor esplendor de su
gloria, y la más poderosa y eficaz influencia de su Iglesia Santa en todas las
esferas de la sociedad.
Esta divina restauración social, polo opuesto a
la social apostasía que a los presentes horrores nos ha traído, es la que
predicamos, y procuramos y lograremos.
¡Lograrémosla, sí, bajo el amparo del Corazón Sacratísimo! A la presente generación se le ha dicho como
en otro tiempo a Constantino: In hoc signo vinces: “Con esta señal
vencerás” . Y si del viejo paganismo y
sus tiranos fue redimida la primitiva sociedad cristiana por obra de aquel
lábaro santo, del paganismo moderno y sus sectarios será hoy otra vez redimida
la nuestra por obra de esta devoción.
Maravillosamente se la ve crecer cada día en el pueblo cristiano, e
influir en las ideas y en los acontecimientos, y trazar sobrenaturales rumbos a
la propaganda y obras católicas, y aún a la polémica, y aún a la política. Es ya más que una devoción, es un apostolado. Con sello especial marcará el carácter de
todas las obras genuinamente católicas en el presente siglo, y por él será éste
llamado, como en el concepto anteriormente dicho el siglo del Liberalismo,
así en este último concepto el siglo del Sagrado Corazón.
No desmayemos, católicos amigos míos, por más
que sean congojosas y terribles las horas del actual supremo combate. Fijos los ojos en este divino estandarte,
sentiremos con él reencenderse nuestros bríos, para un día y otro día seguir
sin descanso clamando:
¡Paso
a la íntegra restauración social cristiana!
¡Paso
a la bandera del Sagrado Corazón!
Leer la II Parte : http://eltesorodejanuacoeli.blogspot.com/2020/06/adveniat-regnum-tuum-ii-parte.html
Fuente : Libro AÑO CRISTIANO - Edición 1901 - Sardá y Salvany.
Libro recomendado :
Para Tesoros de Janua Coeli
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