miércoles, 24 de junio de 2020

ADVENIAT REGNUM TUUM - PARTE VII


ADVENIAT REGNUM TUUM  - PARTE VII
¡UNIDNOS A TODOS LOS HIJOS VUESTROS DE LA CATÓLICA ESPAÑA E HISPANOAMÉRICA, UNIDNOS EN VOS,
OH SACRATÍSIMO CORAZÓN!

Profundo gemido de angustia sale cada día ¡oh Corazón divino! De las entrañas de esta vuestra nación predilecta, donde habéis prometido reinar, y con más esplendor que en otra parte alguna.  Con los cánticos de loor que se alzan de millares de pechos en torno de vuestros altares durante este Mes, confúndese el ¡ay! congojoso de la tribulación que ahora más que nunca los amarga y despedaza.

Uno solo será, en vista de ello, el grito de todos los buenos en estos solemnes momentos; uno solo el ardiente ruego que os dirigirán en el día de vuestra festividad.

¡Unidnos a todos los hijos vuestros de la católica España! ¡Unidnos en Vos, oh Sacratísimo Corazón!

Foco del amor más puro; imán de la atracción más santa; lazo de la unión más firme y estrecha; pacificador de los ánimos más discordes; blando y dulcificante de las más recias asperezas; ideal y norte seguro de las empresas más generosas; todo eso sois, ¡Corazón Sacratísimo! Y todo eso ven en Vos cuantos verdaderamente os aman, veneran y sirven.

¡Unidnos, pues, a todos los hijos vuestros de la católica España! (e Hispanoamérica)* ¡Unidnos en Vos, oh Sacratísimo Corazón!

En la obediencia y docilidad más rendidas a nuestro buen Padre y Supremo Pastor León XIII; en la sumisión más completa a la legítima autoridad de nuestros diocesanos Pastores; en el respeto más filial a las disposiciones y ordenamientos de la jerarquía eclesiástica, según ley de Dios y doctrina de su Santa Iglesia: sobre esas bases firmísimas, únicas verdaderas, continúen cimentadas todas nuestras obras y asegurada y garantizada su perfecta ortodoxia.

¡Unidnos así a todos vuestros devotos de la católica España! ¡Unidnos en Vos, oh Sacratísimo Corazón!

En el amor y adhesión más incontrastables a las religiosas tradiciones de nuestros mayores; en el celo más fervoroso y constante por felizmente restaurarlas en toda su integridad; en el odio más tenaz y radical a la moderna herejía atentadora contra vuestros soberanos derechos; en la prevención y recelo más suspicaces contra todas las opiniones que se allegan al Naturalismo y Racionalismo; en la oposición más absoluta y decidida contra el maligno poder de las sectas masónicas y sus afines; hacednos ¡oh Corazón divino! Un solo corazón y una sola alma; dadnos un solo lenguaje, un solo proceder, unanimidad perfecta, cogitatione, verbo et opere.

¡Unidnos de esta suerte a todos los católicos de España! ¡Unidnos en Vos, oh Sagrado Corazón!

¡Familia concorde seamos de la cual Vos único Padre; ejército compacto del cual Vos único Jefe; organización robusta de la cual Vos centro y eje principal!  ¡Arrancad y extirpad de en medio de nosotros cuanto no seáis Vos, o no vaya a Vos dirigido, o no venga por vuestro espíritu animado; la ciega pasión; el amor propio engendrador de discordias; la ambición y el personal interés; las malquerencias de partido o bandería; el prurito de la necia rivalidad mundana.  Y en su lugar plantad y avivad el fraternal afecto; inspirad la mutua confianza; alentad competencias de abnegación y sacrificio; acrecentad el celo purísimo por vuestra gloria, pospuesto y relegado a secundario lugar todo humano punto de vista, en aras de vuestra causa que es la única eterna, primaria, esencia, universal.

¡Oh! ¡Unidnos así a todos los españoles (e Hispanoamérica) *, Corazón Sacratísimo! ¡Unidnos en Vos de esta suerte, oh Sagrado Corazón!  Lo dijisteis ¡oh buen Jesús!  Y no ha de faltar: Omnia traham ad meipsum.  Atraednos, pues; trahe nos; elevadnos, alzadnos del fango de nuestras miserias a la divina alteza de los pensamientos y deseos de vuestro adorabilísimo Corazón!
*Agregado mío.

Fin de la séptima parte 
transcrito y agregado para El Tesoro de Janua Coeli 
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ADVENIAT REGNUM TUUM - PARTE VI




ADVENIAT REGNUM TUUM - PARTE VI
¡REINAD SEÑOR!

Día vuestro, gran día, es el que se celebra hoy ¡Corazón divino! En todo el mundo, y por especial manera ne esta vuestra fiel España.  Día de gloria para Vos y de inefable consolación para nuestras almas, día por nuestra parte de oraciones fervorosísimas y por la vuestra de gracias y bendiciones sin cuento.

Al pie de los altares, clavados los ojos, más aún los del alma que los del cuerpo, en el esplendoroso tabernáculo, trono de vuestra majestad, os rodea ¡divino Corazón! Corte de encendidos corazones, cuyo único afán es acreditaros una vez más su constante fidelidad, y una vez más exponeros como en rendido memorial sus amorosos anhelos.

Pueden éstos compendiarse en una frase sola, que Vos mismo os dignasteis ponernos un día en los labios :
ADVENIAT REGNUM TUUM.
O lo que es lo mismo :
¡Reinad, Señor!

Otra no queremos, pues; y bástanos ella para de corazón a corazón hablaros, que es como deseáis se os hable por vuestros amigos.
Sí, reinad, Señor; que otro género de dominación y de honor no corresponde a la majestad de vuestra gloria, ni a la grandeza de vuestro amor a los hombres vuestros hermanos.

¡Reinad, que ese es el señorío de las almas único digno de Vos, que os lo habéis ganado sobre ellas a punta de lanza y a precio de sangre, y sólo con la mira de haceros con ellas, más que súbditos que os sirvan, compañeros que con Vos reinen, compartiendo, como en común herencia, vuestra eterna felicidad!

Reinad, que si no reináis Vos, ¿quién ha de reinar en este mundo infeliz, sino Lucifer vuestro enemigo y nuestro, rival envidioso de vuestra gloria y de nuestra dicha, que no quiere sino asociarnos a su eterna desventura?

¡Reinad, que parece haber llegado ya la plenitud de los tiempos, que anunciaron los que podemos llamar videntes y apóstoles de los secretos de vuestro Corazón, y a tal condición han venido las cosas, que no se ve ya esperanza de remedio para ellas más que en el prodigio de vuestra directa intervención poderosísima!

¡Reinad, que esa es la hora vuestra, cuando cerrado a la luz todo horizonte; caídos con mortal desmayo los corazones; enfermas y lánguidas las voluntades; frustrados por el desengaño todos los cálculos de humana prudencia; roída como por voraz gangrena de dudas y desalientos la vida social, ya casi en absoluto divorciada de Vos; ha de verse claro que de Vos solo pende la salvación!

¡Reinad, que va en ello vuestro honor, mancillado cada día por la blasfemia social erigida hoy en Derecho público vigente;  mientras son motejados de insensatez los eternos imprescriptibles fueros de vuestra esencial soberanía sobre toda humana criatura; mientras como locos, y quizá como malvados, sufren apodo y vilipendio los que no se resignan a aceptar en poco ni en mucho la sacrílega mutilación de vuestra realeza, que a título de mentirosa paz les exige el mundo moderno apartado de Vos!

¡Reinad, y en nuestras almas ante todo por la exacta observancia de vuestra ley; por la rendida conformidad a vuestras disposiciones; por la manifestación constante y viril del buen ejemplo; por el celo animoso en la defensa de la Iglesia Santa y de su inmortal Cabeza; por el menosprecio absoluto de cuanto no seáis Vos o no tenga género alguno de solidaridad con vuestros divinos intereses!

ADVENIAT REGNUM TUUM
¡Reinad, Señor y apresurad por las lágrimas de vuestros hijos, la hora feliz en que vean realizarse el prometido bienhechor reinado de vuestro adorabilísimo Corazón!






Fin de la sexta parte 
transcrito y agregado para El Tesoro de Janua Coeli 
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miércoles, 17 de junio de 2020

ADVENIAT REGNUM TUUM -Parte V



ADVENIAT REGNUM TUUM  - PARTE V
LAS QUEJAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

A la puerta de los humanos corazones está llamando cada día y cada hora un amante Corazón.  Como desvalido pasajero ruega allí hospitalidad; como infeliz mendigo solicita limosna.

Es ¡oh cristiano! El Corazón de tu amante Jesús, de tu Dios, de tu Señor y Rey, que llama bajo este disfraz al miserable corazón tuyo.   Y la hospitalidad que pide y la limosna que mendiga es ¡oh ingrato! La de tu amistad y amor!

Sordo te haces a sus repetidas aldabadas, y ya que no por formal desprecio, por flojedad al menos y por negligencia y dejadez rehusas quizá dar de mano a viles fruslerías que te distraen y entretienen, y no acudes, rápido como el viento, a abrirle de par en par todos tus senos al Huésped celestial.

“Me trae ahora muy atareado el negocio, dices; me preocupa del todo la familia; no me dejan un momento mil quehaceres; necesito todo mi ardor para el estudio y la carrera”  Y entre tanto haces esperar de puertas afuera al dulce Amigo, que tras largo viaje ¡del cielo a la tierra! Anhela honrarte descansando perpetuamente en ti.

Y no se avergüenza de esperar; y no se enoja de tener que repetir el llamamiento y la aldabada dos veces… ciento… mil… Y no te cansas tú de preferir a Él tus negocios, tus visitas, tus ambiciones, tus placeres, tus pecados quizá… cualquier cosa.  En efecto, ¡Cualquier cosa parece ser para ti más importante cosa que el servicio de tu Dios y Señor!

¡Ah! Despierta de una vez, atiende y abre… y dale entrada, amorosa entrada, triunfal entrada a tu enamorado Jesús.

No viene en son de rebato para rendirte y humillarte con forzosa y violenta sujeción.  Pacífico viene, y con blanda cadena de amor, de amor solo, quiere que te le entregues en suavísimo cautiverio.

Su corazón te muestra, nido de regalados amores; su Corazón te abre, asilo de paz y de infinita dulzura; su Corazón te da, tesoro de todo bien y de nunca imaginadas riquezas.

¿Qué puedes pedirle más a quién por arras y prendas empieza por darte ya regalado su propio Corazón?

Corazón herido y cuya llaga gotea sangre que derramaron aleves manos ¡las tuyas propias! En momentos de ciego y desatinado furor.

Corazón ardiente, al que rodean encendidas llamas, hoguera de inextinguible caridad.

Corazón coronado de espinas, emblema del constante sacrificio.

Corazón en cuyo centro se levanta la cruz, símbolo de expiación perpetua y de inmolación perenne por los hombres y por su Padre Celestial.

Estas son sus armas y divisa, y con ellas dignóse aparecer al mundo, y con ellas se lisonjea de ablandar tu dureza, y derretir tu helada indiferencia, y volver hacia sí tu distraída afición.

Ábrete, ¡ingrata criatura! ¿Osarías un instante más permanecer sorda a un llamamiento tal?

En queja, en queja, sí, Corazón dulcísimo, nos dirigimos a Vos ne este día.  En queja, sí, pero en queja de amor, que al amor más que a nadie son permitidas las quejas, y entre finos amadores estuvo siempre muy autorizada y hasta agradecida esta libertad.

¿Por qué no reináis todavía en el mundo todo, o por lo menos en esta vuestra España, como de ello tenéis soltada pública y oficial promesa, oh Sacratísimo Corazón?

¿Por qué no ha de sonar aún esta hora felicísima en que se rindan los corazones a vuestro yugo y blanda dominación, contrastada de una vez la astucia o fiereza de enemigas sectas, que en todo o en parte, de frente o de soslayo, no cesan de impugnar los derechos de vuestra individual y social soberanía?

¿Por qué al menos entre los que hijos vuestros y devotos vuestros se llaman, y ostentan con afán vuestras divisas., y rodean con ardor vuestro altar, y pertenecen a la hueste privilegiada de vuestras Asociaciones; por qué en estos siquiera no acabáis de reinar, Corazón suavísimo, con la unidad de sentimientos, con la concordia de voluntades, con el vínculo estrecho de caridad, con la solidaridad de ideal común, con la liga y mancomunidad de esfuerzos, con el espíritu de mutua abnegación y sacrificio, que los acrediten por familia y enteramente unida, exclusivamente vuestra, sólo atenta y consagrada a Vos?

¿Por qué, Corazón amorosisimo, por qué?
¿Hasta cuándo miras de parcialidad, intereses de bandería, sutiles puntos de amor propio, miserables resentimientos, han de poder más en corazones hidalgos y cristianos que el lazo de hermandad sobrenatural, el deber de la filial obediencia, el ascendiente avasallador de vuestra herida cruel, sangrienta cruz y dolorosa corona de espinas?

Haced más, Corazón divino, haced más, ya que tanto lo necesita nuestra obstinada dureza.

Redoblad, Corazón amantísimo, las finezas de vuestra generosidad para avergonzar y confundir de una vez tanto egoísmo; mostraos al mundo ingrato con más poderosos recursos de invencible poder para rendir tan encastilladas resistencias; discurrid nuevos extraordinarios ardides de amor para socavar y hacer volar, con esa dinamita del cielo, los cien y cien groseros baluartes en que se atrinchera el vil amor propio, que es tal vez el único que osa miserablemente oponer sus falsos derechos de mal vasallos a los derechos augustos de vuestro real señorío.

Y si eso no basta, humilladnos, rendidnos, subyugadnos, con el castigo, amantísimo Corazón, que también lo tiene de padre el que para su bien azota a su hijo; afligidnos, multiplicad las calamidades, cubrid de oprobio nuestro rostro, obligadnos con la tribulación, hacednos pagar con merecidas expiaciones de juez, lo que generosamente no hemos querido ceder a las repetidas llamadas de vuestra voz de amigo.

Aún así será glorioso el triunfo que logréis sobre nuestra rebeldía, aún así alcanzados con lágrimas y sangre vuestra y con lágrimas y sangre nuestra, serán victoria de vuestro amoroso Corazón.

¡Señor, que no se alegren en nuestro daño y en desdoro de Vos, nuestros comunes enemigos: Señor, que no alardee con carcajada infernal la Masonería, que pudo ella más con sus pérfidas malas artes para mantenernos divididos, que no vos con las vuestras celestiales, para hacernos olvidar añejas malquerencias y reunirnos en torno de Vos!

¡Divino Corazón! ¡por la paz y concordia y unión de todos vuestros amigos bajo la filial obediencia de vuestro augusto Vicario, aceptad el amoroso quejido de tantas almas, en el gran día más especialmente consagrado a Vos!

Fin de la quinta parte 

transcrito y agregado para El Tesoro de Janua Coeli 
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martes, 16 de junio de 2020

ADVENIAT REGNUM TUUM - IV Parte



ADVENIAT REGNUM TUUM  - PARTE IV
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y LA HEREJÍA JANSENISTA

Ardía en todo su furor la herejía jansenista en el siglo XVII, dominante a la sazón en Europa, como hoy su abominable progenie la herejía liberal.  Los buenos católicos, que aborrecían el inmundo contagio, eran públicamente denostados  y apostrofados y perseguidos por la secta, tanto por lo menos como lo son hoy de los actuales sectarios los que ni poco ni mucho han querido doblar la rodilla o humillar su frente ante el moderno error.

El Sagrado Corazón revelóse al mundo católico en aquellos azarosos días, como ciertísima señal de victoria para los verdaderos hijos de la fe, aliento supremo en sus combates, consuelo celestial en sus aflicciones, marca de elección y divisa de los leales en la confusión de aquella revuelta marejada.

El infierno conoció desde el primer instante cuál era la significación y fuerza de esta nueva enseña, y contra ella redobló la fiereza de sus satánicas arremetidas.  El campo quedó en breve franca y resueltamente dividido entre enemigos y defensores del Sagrado Corazón.  ¡Guerra al Sagrado Corazón!  Fue la universal proclama del jansenismo.  ¡Gloria al Sagrado Corazón! Fue de un confín a otro del globo la de los hijos de la Iglesia católica.

Y el combate fue desde entonces más reñido que nunca, y momentos hubo en que pudo creerse sucumbía ante el horrible huracán de todas las pasiones  sectarias, ese lábaro gloriosísimo.  Falsa teología, mentirosa liturgia, averiados cánones, chistes y epigramas literarios, emboscadas diplomáticas, apodos callejeros, abierta persecución gubernamental, todo se puso en juego para abatir, desautorizar, confundir, destruir a los que, con mote que pretendía ser infamante, y que sólo resultó muy honroso, eran llamados cordicolas.  ¡Hasta por herejes se llegó a considerar (por los herejes de veras) a los amigos del culto del Sagrado Corazón! ¡Y el cargo más estupendo que por sus encarnizados enemigos se hacía a la Compañía de Jesús era ¡oh insanía! Movedora del culto del Sagrado Corazón!  ¡Y quizá, y sin quizá, era éste el principal secreto motivo de la universal saña desplegada en aquellos días por francos sectarios y por católicos ilusos contra el batallador Instituto! ¡Y quizá, y sin quizá, fueron el martirio con que quiso Dios glorificar a este apóstol suyo, las inicuas expulsiones y la pasajera extinción con que a fines del siglo XVIII parecía terminada en favor de sus enemigos y de los del Sagrado Corazón la reñida contienda!
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Casi tres siglos han pasado.  El Sagrado Corazón brilla en el mundo cristiano en el cénit de su esplendor.  Aprobados sus rezos e imágenes; instituida y elevada a primera categoría en el rito su fiesta; consagrada y recientemente a su honor y colocada bajo su patrocinio la Iglesia universal, es completo el triunfo de esta insignia del amor de Cristo en toda la cristiandad.  ¡Tu reinarás!  Esta profética palabra del himno popular va cumpliéndose en todas sus partes.  Hoy ondea en todos los templos cristianos triunfante la bandera del Sagrado Corazón.

Con ella y como ella y por ella lograrán a la vez el anhelado triunfo los actuales defensores de sus derechos sociales y de su plena realeza y soberanía.  ¡Adelante los soldados de la verdad católica, guiados por esa bendita huella de luz, que les trazan en la historia  las persecuciones y las victorias del Sagrado Corazón!

Fuente : Libro AÑO CRISTIANO - Edición 1901 - Sardá y Salvany.
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domingo, 14 de junio de 2020

ADVENIAT REGNUM TUUM - III- parte


ADVENIAT REGNUM TUUM  - PARTE III

ENEMIGO DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS:
EL LIBERALISMO

Reconózcase al fin.  Se está cerrando, con las espantosas convulsiones que vemos, el período revolucionario que principió en Europa hace poco más de cien años, y que, a juzgar por su soberbia entrada en el mundo, parecía tener asegurada en él la inmortalidad.  De etapa en etapa ha ido bajando la infernal locura del Liberalismo hasta sus últimas consecuencias.  Empezó negando orgullosa los derechos sociales de Dios en nombre de los llamados derechos del hombre; y acaba hoy rebelándose sencillamente contra los ricos, y haciendo cuestión de céntimos su único programa social.  Eso prueba que anda en sus postrimerías.

En pos de eso ha de venir una reacción lógica, natural, inevitable.  Ciego es quien no empieza a verla ya en el orden de las ideas, para imponerse después en el orden de los hechos.  El mundo se halló bien hasta aquí con su grave enfermedad, hasta el punto de que no la creyó tal, sino plenitud de vida, exuberancia de vigor y de juventud, desarrollo, progreso.  Hoy empieza a sentirse dolorido, y a advertir que están roídas sus entrañas por horrible cáncer, y que todas sus fastuosas magnificencias no bastan a disimular la interior podredumbre.  El espanto con que por todos se mira la pavorosa cuestión social (ésta es la frase gráfica aceptada), nos la prueba perfectamente.  Ya no lo dice tan sólo el Papa; ya no lo repite únicamente el clero; ya no lo ponderan exclusivamente los periódicos ultramontanos.  Lo reconoce todo hombre pensador; la sociedad sufre crisis gravísima; nadie se atreve a predecir lo que será de ella dentro de pocos años, cuando se halle poco más o menos en su segunda mitad el siglo actual.

Buena señal es ésta, y que permite abrir algún tanto el corazón a la esperanza.  En cualquier aguda enfermedad, ve el médico con satisfacción que empiece el enfermo a sentir el molimiento general de su cuerpo, y a darse cuenta de su propio malestar.  Cuando tales síntomas se inician, suele decirse que está iniciada favorablemente la resolución de la crisis.
Sí, el Liberalismo muere; y muere de muerte vil como merecía; muere podrido, y su putrefacción es el Socialismo.   Y así como al cadáver putrefacto obliga a que se le dé pronta sepultura los hedores mismos con que infesta y mata, así al Liberalismo obligará a enterrársele, donde más no parezca, su propia descomposición, que es la llamada cuestión social.

Paralelamente, empero, con esa idea caduca que traspone ya nuestros horizontes, se ve levantarse de nuevo y cernerse gloriosamente sobre ellos, la de la reintegración total de Cristo Nuestro Señor en la plenitud de sus divinos derechos sobre la humana criatura, y éstos significan hoy día en todas partes el lema y bandera del Sagrado Corazón.

Reintegración total hemos dicho, esto es, radicalismo cristiano, así opuesto a las abiertas negaciones del radicalismo revolucionario, como a las afirmaciones a medias del transaccionismo católico liberal: reintegración absoluta, esto es sin subordinación a interés alguno de índole terrena, sin otro objetivo que el reinado de Dios, y el mayor esplendor de su gloria, y la más poderosa y eficaz influencia de su Iglesia Santa en todas las esferas de la sociedad.

Esta divina restauración social, polo opuesto a la social apostasía que a los presentes horrores nos ha traído, es la que predicamos, y procuramos y lograremos.  ¡Lograrémosla, sí, bajo el amparo del Corazón Sacratísimo!  A la presente generación se le ha dicho como en otro tiempo a Constantino: In hoc signo vinces: “Con esta señal vencerás” .  Y si del viejo paganismo y sus tiranos fue redimida la primitiva sociedad cristiana por obra de aquel lábaro santo, del paganismo moderno y sus sectarios será hoy otra vez redimida la nuestra por obra de esta devoción.  Maravillosamente se la ve crecer cada día en el pueblo cristiano, e influir en las ideas y en los acontecimientos, y trazar sobrenaturales rumbos a la propaganda y obras católicas, y aún a la polémica, y aún a la política.  Es ya más que una devoción, es un apostolado.  Con sello especial marcará el carácter de todas las obras genuinamente católicas en el presente siglo, y por él será éste llamado, como en el concepto anteriormente dicho el siglo del Liberalismo, así en este último concepto el siglo del Sagrado Corazón.

No desmayemos, católicos amigos míos, por más que sean congojosas y terribles las horas del actual supremo combate.  Fijos los ojos en este divino estandarte, sentiremos con él reencenderse nuestros bríos, para un día y otro día seguir sin descanso clamando:

¡Paso a la íntegra restauración social cristiana!
¡Paso a la bandera del Sagrado Corazón!

Leer la II Partehttp://eltesorodejanuacoeli.blogspot.com/2020/06/adveniat-regnum-tuum-ii-parte.html

Fuente : Libro AÑO CRISTIANO - Edición 1901 - Sardá y Salvany.
Libro recomendado :
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viernes, 5 de junio de 2020

ADVENIAT REGNUM TUUM - II parte









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Fuente : Libro AÑO CRISTIANO - Edición 1901 - Sardá y Salvany.

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lunes, 1 de junio de 2020

ADVENIAT REGNUM TUUM



En la mentalidad del católico a principios del siglo XX  también lejos de los embates desacralizadores del Concilio Vaticano II , Junio , traía cada año invariablemente a la memoria del pueblo cristiano el recuerdo del Sagrado Corazón de Jesús. Le está consagrado este bendito mes ; ésta es, pues, su devoción peculiar , ésta su espiritual cosecha.
La gran semana de Corpus ha sido su prólogo. No se cerrarán los Sagrarios , en todas partes abiertos esos días ; ni se quitarán del altar las luces y las flores ; ni menguará la concurrencia de fieles , como abejas solícitas en amoroso zumbido en torno de la colmena que guarda su miel. No; porque ha concluido la octava del Santísimo Sacramento, más es para dar lugar al fervoroso Mes del Sagrado Corazón. 

¡ El Sagrado Corazón ! ¡ Oh que hermosa palabra y qué hermosísima idea para herirle en lo vivo al mundo actual !
Pues ¿ de qué está enfermo todo él sino de tristísima y angustiosísima enfermedad del corazón ?

Del corazón enfermo y corrompido le han venido todos los daños , y sólo por la curación del corazón se le deben todos remediar. 

Mucho sabe el mundo actual , mucho ha investigado , mucho ha llegado a comprender. Inventos ha realizado en cincuenta años (o mejor dicho 119 años) , bastarían para enorgullecer a cincuenta siglos. Asombran sus progresos : lo que fué ayer pasmo de los nacidos , queda hoy oscurecido por la última invención, que relega la novedad del día antes a la categoría de rancia antigualla.

Mucho sabe el mundo actual , mucho puede. Y, sin embargo , compadecedle ... No es feliz

Mil veces he pensado si Dios le permite de golpe tal lujo de portentosos descubrimientos , para ver si acaba de convencerse el muy vano de que con eso solo ; no se logra la felicidad. No la de la otra vida , claro está ; pero ni siquiera la miserable de la presente , que tan poca es.

Eso ve, eso palpa, eso le amarga con dolorosa experiencia , y sin embargo ... no le convence ... Se lo dicen elocuentes oradores , se lo explican famosos libros , se lo demuestran minuciosas estadísticas, se lo comprueban pavorosos sucesos... y sin embargo ...no le convencen.

Es que su mal no está en la cabeza ( creo que también por soberbia ¡ah , si el autor original de esta nota viviera!) , que yerra por extravío o por ignorancia. Su mal está en el corazón , que ama el error porque le halaga. (siglo XXI , al hombre moderno hay que quemarle el corazón, para quemarle la enorme inmundicia que lamentablemente gusta retener y ofender a Dios.)

Lo dicho : su mal está en el corazón. Importan, pues , remedios , más que para la cabeza , para el corazón.

A vileza de afectos , nobleza de afectos ; a groseros impulsos , elevados impulsos , a terrenos ideales , divinos ideales ; a feos amores de lodo, hermosos amores de cielo, á ciego afán por lo que pasa y muere , vivo anhelo por lo que no ha de pasar ni ha de morir.

He aquí todo un programa de contraria contrariis , que es preciso propinarle al enfermo cada día más lánguido , si de un modo ú otro se ha de salvar.

Es más sencilla fórmula : pues los corazones están sucios , limpiarlos ; pues andan flojos y rastreros , levantarlos ; pues se han miserablemente endurecido como el ídolo de metal á quien sirven, ennoblecerlos de nuevo y espiritualizarlos como el Dios vivo á quien siempre debieron servir. 

El corazón del hombre fué criado para que con sus buenas obras se lo acabase de labrar éste a imagen y semejanza de su Dios. Así lo ha hecho Él, pero en sentido inverso. 

Ha empezado por hacerse dios suyo la vil materia , y luego ha puesto todo su empeño en asemejarse á están grosera divinidad. Así que , en vez de engrandecerse, todo su prurito ha sido , podríamos decir , achicarse. ¡ Cuán pequeño y cuán raquítico ha logrado hacerse el hombre su propio corazón!

No es ya su corazón como el de Dios , á cuya divina semejanza estaba llamado, pero ni siquiera como de mero hombre , que por lo menos debía ser. Menos que hombre va resultando el hombre desde que , llamado á celestial perfección, ha desdeñado tomar por nivel de su talla moral la perfección del mismo Hijo de Dios. 

Más he aquí que en los últimos tiempos el Divino Salvador , como postrer llamada á los corazones decadentes, empobrecidos , envilecidos, se ha dignado revelarles más al descubierto las sublimidades de su Divino Corazón. Como si le dijese Jesús al mundo : "Mira en ti lo que eres ; contempla en Mi lo que deberías ser. Averguencete el contraste , y séate medicina tu propia confusión "  

¿ Salvará al mundo una generosa resolución suya en este sentido ? 
No lo sabemos ; pero entre tanto muchas almas, innumerables almas , han vuelto de nuevo los ojos á este celestial modelo de corazones para emprender en los suyos esta obra regeneradora. La saludable reacción empezó dos siglos ha sostenido al nacer valeroso combate con la herejía, señal cierta de que el infierno veía con susto la nueva bandera. Venció, y hoy reina ya sin contradicción en la Iglesia de Dios, y es dado esperar que llegue á reinar un día en el mundo. Y que el popular estribillo de Junio : 

¡Corazón Santo 
Tu reinarás !
venga á resultar verdadero canto profético del pueblo de Israel , cautivo hoy en el Egipto revolucionario, y afanoso por llegar luego, muy luego, ¡ oh, si ! á su libre tierra de promisión.
¡Oh libertad del pueblo cristiano, sujeto hoy en todo el mundo á los hierros é ignominias de la servidumbre más odiosa! ¡ Tu serás la primera victoria del Corazón de Jesús !
Cosecha de Junio han de ser, pues, fervorosos cultos en todas partes al Sagrado Corazón. Constante oración, repetidas comuniones, continuos desagravios, mayor pureza de vida, celo incesante para promover obras católicas, he aquí la cosecha que aguarda de nosotros Cristo en este bendito mes para apresurar quizá la hora de sus inefables misericordias. 
¡ Corazones, pues , corazones muchos y fervorosos al trono del Sagrado Corazón !

Fin de la primera parte 
transcrito y agregado para El Tesoro de Janua Coeli